Sábado 5 de octubre | 19:00 horas
VILLAFRANCA, Iglesia del Convento de Nuestra Señora del Carmen

A lo largo del siglo XVIII se desencadenaron, alrededor del hecho musical y en el entorno hispánico, varias controversias. Se discutía sobre la modernización de la música entendida como la adopción de las novedades desarrolladas en Italia. La cuestión se dirimía entre un polo conservador que abanderaba el mantenimiento de la pureza y el decoro moral del estilo antiguo -a menudo identificado como un rasgo diferenciador de la hispanidad-, y otro polo que esgrimía la necesidad de renovación y de investigación de una música más libre, flexible y expresiva que encontraba su ideal en el ámbito de la música teatral y especialmente en el bel canto — algo intolerable para el sector opuesto-.
Sin duda la más famosa de estas polémicas es la que se desató alrededor dela misa Scala Aretina de Francesc Valls, no exenta de motivaciones políticas derivadas de la Guerra (Civil) de Sucesión. Aun así, entre 1756 y 1757, fueron tres músicos catalanes los que protagonizaron la enésima polémica.
Jaume Casellas, maestro de capilla de la catedral de Toledo, se erigió en paladín de las esencias —estéticas, morales y patrias— del estilo antiguo, frente a la atrevida música de Josep Duran que, formado en Nápoles bajo la maestría de Francesco Durante, regía la capilla del Palacio de la Condesa en Barcelona. El tercero en discordia fue Joan Rossell el cual, a pesar de lucir un estilo rebosante de italianismos, por mor de la amistad que los unía se puso del lado de Casellas, a la vez que propició la intervención del reverenciado padre Martini como juez imparcial.
Con este programa se ponen en diálogo los protagonistas de esta polémica y otras que se les relacionan, como por ejemplo Durante que, a partir de su estilo mixto donde se mezclan elementos del nuevo estilo y el viejo, comenzó un camino que prefiguraba el estilo galante. En esta tarea también ocupa un lugar de honor Domènec Terradellas, discípulo de Durante y amigo y protector de Duran en Nápoles, que llevó a cabo una fulgurante carrera internacional como compositor de óperas. Y, finalmente, el mismo Casellas que, a pesar de su papel de preservador de la tradición, no se liberó del arrollador influjo napolitano.

Bernat Cabré